viernes, 27 de septiembre de 2013

"SEÑORA DE ROJO SOBRE FONDO GRIS"

   "No ignoro que el recurso de beber para huir es un viejo truco, ¿pero, conoces tú alguno más eficaz para escapar de ti mismo?" Así de melancólico es el comienzo de esta novela, así de triste y oscuro, al borde del llanto y de la pesadez de respirar.

   Hay personas que realmente no parecen de este mundo. Son tan maravillosas, tienen tanta luz, que el simple hecho de que estén a tu lado te convierte en alguien especial y le da sentido al hecho fortuito de tu vida.

   Esto le ocurrió, al menos en el reino de palabras de Delibes, a un prestigioso pintor que en "Señora de rojo sobre fondo gris" nos cuenta lo que ha significado para él, y en él, su mujer.

   Lo primero que me llamó la atención de esta obra es el título. Sé que jamás deben juzgarse los libros por la portada, pero esta vez hice una excepción. Y es que me parece tan cierto que en nuestro mundo, si no fuese por ciertas personas, no habría colores que, cuando lo vi, supe que su historia merecería la pena.

   Ella es una mujer que vive para la belleza. No para ir a la peluquería, pintarse las uñas o comprarse ropa, sino para la belleza de verdad, para la vida, para codearse de igual a igual con las musas, las ninfas o las sirenas.

   En esta obra el autor, con la magia propia de los artistas, nos transfigura en Ana, la hija de este enamoradísimo matrimonio, que acaba de salir de la cárcel y a la que su padre cuenta en primera persona sus vivencias junto a su gran amor.



   Es un tópico que casi ha perdido el sentido aquello de que "el amor mueve el mundo", sin embargo, pienso que quien no haga de él su motor de vida no puede estar vivo. Como siempre os digo, el amor puede encontrarse en rincones muy diversos y, muchos de ellos, inesperados. Hay quien lo encuentra en su familia, en su pareja, en su profesión, en un lugar... sin embargo, lo auténticamente fascinante es que, el que lo halla, cambia para siempre, se vuelve especial, se sale de la masa; es único.

   No es una novela autobiográfica, pero Delibes pudo inspirarse en los sentimientos que le produjo la muerte de su compañera, Ángeles de Castro. Tras su fallecimiento y en el discurso de ingreso en la Real Academia, pronunció una frase que creo que lo dice todo en cuanto a la vida con su esposa: "Soy consciente de que con su desaparición ha muerto la mejor mitad de mí mismo".

   Hay algo que me hizo admirar profundamente a esta señora, ficticia o no, y es ese "deslumbramiento infantil ante lo nuevo-bello que rayaba el fetichismo". Os he dicho muchas veces que creo que con los años la mirada se nos va turbando hasta que, un día, dejamos de ver la magia. Ya no saltamos cuando algo nos hace ilusión, no nos reímos hasta que nos duele la barriga, no comemos galletas hasta ponernos malos, ni hacemos pellas, ni lloramos en público cuando nos hacen daño. Perdemos, como diría mi querido Sombrero Loco, "nuestra muchedad". No sé qué puede hacerse para contrarrestar este veneno que en pequeñas dosis nos suministra la realidad, pero puedo aseguraros que lucho cada día para mantener mi puesto en esta casa-árbol de Nunca Jamás.

   No entiendo muy bien por qué con el paso de los años huimos de los abusos que incentivan las ganas de comerse el mundo y abrazamos como orgullosa muestra de madurez los problemas, las drogas o las responsabilidades despreciadas ¿Me explica alguien qué significa esto? ¿Por qué crecer implica volverse gris? ¿Por qué no hacemos que nuestro color se intensifique, se haga más fuerte, que brille cada día más? ¿Por qué no intentamos hacer más bonito el mundo empezando por lo que más a mano tenemos, nosotros mismos? ¿Tan difícil es quererse y escucharse?
   
   Con esto no quiero decir que no tengamos que aceptar nuestra edad, pero sí que con el paso del tiempo no nos desprendamos de las cosas buenas que ya hemos conquistado y sí, de todo aquello que nos lastre para alcanzar la felicidad.

   Tengo tantas cosas que decir de esta joya literaria y, al mismo tiempo, estoy tan abrumada por lo que me ha hecho sentir, que soy incapaz de darle forma escrita a mis emociones. No suelen gustarme los dramas, lo juro, aunque esta es una historia mágica. Aúna tristeza intensa por la pérdida y alegría infinita por lo vivido. Leedla, aunque no os guste leer, leedla, es una experiencia maravillosa.





2 comentarios:

  1. Creo que las personas que celebramos la vida como un regalo, las que nos levantamos cada vez que la vida nos golpea, debemos evitar volvernos grisáceos por humildad. No debemos caer en el error de avergonzarnos de que las cosas nos vayan bien porque nosotros hacemos que sea así, debemos inspirar a las personas grises que nos rodean y no volvernos como ellos.

    Muy bonitas las palabras de Delibes sobre su mujer, no las conocía. Apunto este libro en mi lista de lecturas pendientes.

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    Respuestas
    1. Mil gracias por este comentario tan bonito y alentador y, por supuesto, muchísimas gracias por leernos y comentar.

      Besos.

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