OTRA DOSIS IX

   Cómo ya sabéis, adoro los tacones. Si sólo dependiera de mi voluntad, los llevaría siempre. Sin embargo, mis pies no los quieren tanto como yo y, aunque yo creo que un poco de tacón para todos los días no está de más, ellos lo consideran una auténtica tortura.

   Existen ciertas marcas de calzado, como para mí era Pikolinos, que normalmente etiquetamos como "de abuelas" porque suelen llevar los tacones más cuadrados, la suela delantera más gruesa y porque, al fin y al cabo, son más cómodos... ¡No se puede ser más idiota!

   La semana pasada estuve con mi madre en Gados, una zapatería a la que ella tiene especial afición y que me está contagiando. El objetivo era comprarme unos zapatos de diario, pero que vistieran un poquito. Había pensado en unas sandalias o manoletinas monas, cuando, de repente, haciéndome ojitos desde el expositor, encontré a estos guapísimos chicos.

   Pero, claro, ya sabéis que el enamoramiento no sólo se sustenta de físico. El amor verdadero y que nos ha unido de por vida surgió cuando me los probé ¡Qué delicia! Unos zapatos bonitos y para ir a todo trote. Me encantaron.

   Es cierto que pueden ser un poquito más caros que los demás. Este modelo costaba 85€, aunque, con el descuento, se me quedó en 60€.

   No es cierto que para presumir haya que sufrir. Las mujeres que queremos ir monas también debemos ir cómodas y si no, no merece la pena. Vale ya de incomodidades inútiles.